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VILLA MERCEDES

Final de las pruebas: los testigos de la defensa, la teoría para torcer el femicidio y el celular de Johana Galdeano que no se abrirá

Este viernes culminó la etapa probatoria donde la defensa presentó sus testigos para reforzar su teoría alrededor del crimen.

Foto Nahuel Sanchez
Solalinde junto a su abogado Marcos Juárez.

por Catalina Ysaguirre

elchorrillero.com

Actualizada: 04/08/2024 04:39

En el último día de la semana se agotaron los testigos de la defensa, entre los que hubo peritos que trabajaron en la investigación, y culminó la etapa probatoria del debate oral donde se juzga a Juan Carlos Solalinde por el crimen de Johana Galdeano.

Fueron seis audiencias donde se presentaron las teorías del caso y se revelaron datos escalofriantes. Del lado del imputado desistieron muchas testimoniales que en principio estaban previstas. Las personas que fueron nombradas en la causa como ‘Los Perros’ (el grupo que custodiaba al sindicalista) no pasaron por el recinto.

Los alegatos se darán este lunes a partir de las 9 en la sala de juicio orales N° 1.

Un hermano de Solalinde, Genaro, fue una de las personas que comparecieron ante el Tribunal el viernes. Dijo que el sindicalista “no podía” compartir con la familia porque Johana “le hacía problemas, no le gustaba”. También relató la noche de un 31 de diciembre cuando la mujer tiró a la calle un lechón que estaba en una bandeja (lo habían asado en una panadería). Además aportó que “lo insultaba verbalmente” y que “le daban ataques de locura”.

Le preguntaron qué hacía el imputado cuando pasaba eso: “Trataba de calmarla, esa noche del lechón se la llevó a la pieza donde hablaron de sus problemas, y después pudimos compartir la comida”.

Revivió que Solalinde sufrió la rotura del auto por parte de ella y pintadas en las paredes de la casa. No reconoció haber visto una situación violenta de él hacia ella.

“No podíamos ir a tomar un café, que ella vigilaba para ir y hacer problemas. Ella siempre decía que no iba a parar hasta fundirlo, meterlo preso como a Rosendo (Ariel)”, indicó.

Silvio Romero es un amigo del acusado, y describió como “relación complicada, tóxica y enferma en el último tiempo”, la que vivieron Solalinde y Galdeano.

Contó que un día, cuando estaban en una quinta celebrando un cumpleaños ella “comenzó a golpearle adentro del baño, y que cuando salió él tenía la boca hinchada”. Refirió que el hombre “minimizaba las cosas”.

“Lo denigraba. Ella en el ámbito privado era agresiva, se iba a las manos. Cuando empezaban las discusiones nos íbamos”, agregó. Respondió que nunca vio a él agredirla.

También pasó como testigo Johana Castro, la mujer que está casada legalmente con Solalinde. Ella dijo al Tribunal que había vuelto con el padre de sus hijos un mes antes del crimen. Inclusive estaba en el interior de la casa cuando el hombre disparó contra Galdeano.

Dijo que no sufrió violencia física, pero sí que años atrás tuvo que reclamarle en la Justicia porque no le pasaba la mantención de los hijos. Aseguró que desde la casa observó a Galdeano que estaba en el portón en una pose de discusión moviendo las manos, y que después la vio fallecida. Inclusive aportó que se habían encontrado a conversar en alguna oportunidad.

En la propiedad de Solalinde donde asesinaron a Galdeano.

Uno de los peritos de parte fue la bióloga de Laboratorios Puntanos, María Virginia Divizia que realizó los cotejos de ADN en el cuchillo que encontraron en la mano derecha de Johana Galdeano. Dijo que había sangre de dos personas (femenino y masculino) en el filo, una con certeza era de Solalinde. Y también rastros de sangre en el mango, que eran solo de Galdeano.

Así la defensa quiso demostrar que la víctima le ocasionó un corte al imputado a la altura del hombro, y que ella se autolesionó, cortándose en la muñeca derecha y en el cuello

También el especialista en criminalística de Gendarmería Nacional, Hugo Fernández introdujo su hipótesis: que los disparos contra la mujer (que totalizaron 5) fueron en un solo espacio (o sea en el exterior de la vivienda) y que ninguno se ejecutó cuando la víctima estaba ya tendida en el piso.

Esto último en contraposición a lo que sostiene la fiscalía, que la “remataron” dos disparos finales en el interior de la casa.

Por su parte, la licenciada en psicología, Marcela Montironi explicó el resultado de la entrevista que le hizo al imputado en Villa Mercedes, junto a una colega y un psiquiatra. Para responder la pregunta de los defensores Marcos Juárez y Ramiro Rubio, la profesional dijo que de la víctima a él le gustaba no solo “su físico, que era linda”, sino “el carácter explosivo”. Pudo advertir que existían muchas situaciones "tóxicas, de conflicto, que ella lo controlaba, que lo enfrentaba, que iba al trabajo”.

Ahondó en la “frustración” que sentía el hombre porque no prosperó una vida junto a ella, y que Johana posiblemente ya estaba "con alguien".

“Con tanta carga emotiva ante un evento particular es que pudo actuar de manera impulsiva”, expuso.

Para la querella “no se logró torcer ni un céntimo la teoría del caso”, y tampoco “pudieron acreditar que los hechos se dieran de una forma distinta, que Johana Galdeano fue víctima de un homicidio doblemente calificado por relación de pareja y femicidio”.

Solalinde tenía el derecho a prestar declaración, pero no lo hizo.

Antes de concluir la audiencia, el Tribunal que integran Daniela Estrada y los doctores Mauro D’Agata Henríquez  y Sebastian Cadelago Filippi, comunicó el rechazo el pedido que hizo la defensa para la apertura de un teléfono celular que le pertenecía a la víctima, marca iPhone.

No hicieron lugar al requerimiento "en base a aspectos formales y sustanciales". Los jueces entendieron que la defensa realizó una invocación en forma genérica al solicitar la apertura, sin indicar expresamente qué buscarían en el dispositivo.

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